En palabras de Yukio Mishima: ‘La cúspide de la literatura japonesa actual hay que buscarla en Kenzaburo Oé’.
Me fastidia la cadena infinita de lenguajes, cuando cita Oé traducciones suyas de Blake, supongo del inglés and japonés, que tal vez volvieran al inglés antes de acabar en el español que leo ahora. No estoy seguro de qué matiz quizo pintar Oé, mucho menos de qué dijo Blake. Más tarde habrá que cotejar.
Qué enorme ejercicio de humanidad el admitirse a uno mismo de esta manera.
Neruda tuvo también una hija con hidrocefalia, de la que se desentendió. Sin entramar juicios de valor, que sirva esta otra realidad para desarrollar la profundidad y humanidad en las acciones y en el entender y entenderse de Oé.
Adivino una enorme capacidad lírica, en cómo las anécdotas lejanas, referencias y nociones profundas se encuentran armoniosamente. Por ejemplo, al definir la muerte entre experiencias infantiles propias y poemas de Blake, encontrado todo al pensar las experiencias de Eeyore.
“¡Fue un tiempo interesante! ¡Los viejos tiempos fueron interesantes!”
“Cuando nació mi hijo con un bulto de color rojo brillante, del tamaño de una segunda cabeza, adherido a la parte posterior de su cráneo, me sentí incapaz de revelar la verdadera situación tanto a mi mujer como a mi madre, y habiendo ingresado al bebé en la unidad de cuidados intensivos para neonatos del hospital universitario Nihon, estuve vagando aturdido.”
“La experiencia me ha enseñado a creer en el vínculo oculto entre el cambio de las estaciones, o sea el ciclo del universo, y acontecimientos que se producen en lo profundo de nuestros cuerpos”
“La Imaginación no es un Estado: es la Existencia Humana misma”
- Experimentar el existir es imaginarlo.
“Cuarenta años anduve desabrido de aquella generación y tuve que decirme: Estos son gente de torcido corazón que desconoce mis caminos.”
- America’s last king (Erdman)
“¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era! ¡Oponed vuestras frentes a los mercenarios ignorantes! Pues tenemos mercenarios en el campamento, en la corte y en la universidad: los cuales, si pudieran, rebajarían lo mental para siempre y prolongarían la guerra corpórea”.
Noche de domingo. Bebo un par de vinos de ciruela y pruebo el pulpo crudo, en un bar de jazz arrinconado tras una cola que tomó horas. El tipo tras la barra me habla de su natal Yokohama, y un letrero luminoso de una vieja cervecería local me hace escribir sobre la imaginación y la experiencia, sobre su relación de dependencia. Apenas unas horas después, dejando pasar una tormenta desde el lobby del hotel, me topo con el mismo tema en un libro de Oé. Citas a Sartre y Bachelard ilustran el resto de este camino de baldosas amarillas y tardes lentas, poético, místico, que empieza tan casual y con suerte no acabe jamás ~
Como si mi alma sedienta bebiera ciudad a tragos
Me estremezco al terminar ¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era! en la biblioteca de Nueva York, apareciendo una relevancia agónica sobre el tema de la conclusión, la idea de ser yo la nueva generación, la nueva brillante y única representación de humanidad. Se profetizó el tema en The boy and the heron, que vi hace apenas dos días. Parece orquestar Japón una serie de profecías a través de esta ciudad, que se cumplen fugazmente y me dejan pensando en escribir
Se encuentra Ōe en Blake, profética y continuamente. Teje su sentido a través de las profecías que lo estremecieron de universitario. Pienso en verme reflejado en todo esto, en continuar este círculo de vida y entendimiento, dentro de muchos años, encontrándome a mí de vuelta recordándome estremecido en Nueva York