Dublin

Jan 1, 2022  │  m. Jul 29, 2023 by manuhortet  │  #travel  

Unconnected notes I wrote just before and during a trip to Dublin.


Invitaba a reconectar la ciudad, tan calmada a esas horas de la mañana. Su carácter arquitectónico, el que tanto rumio, se endulza y resplandece ante esa luz más tibia. Mi bicicleta brilla limpia también, es apenas su tercer o cuarto viaje. Su montaje no es mi mejor obra; algún sonido inesperado y preocupante me lo recuerdan en las curvas. Noto, al encontrarme atendiendo a estos quejidos de tuercas, que tal vez esta sensación de conexión con el ambiente se deba más a la ausencia de música que a la luz matinal.

Percibo también otra capa de complicación entre mi ser y mi estar, una distracción mucho más enraizada en mí, o en el mecanismo general que rige mi pensar. Es una aceleración, un caer continuo entre ideas que me alejan de mi bicicleta y de estos edificios, y que me mantienen en un estado de ocupada ausencia. Soy peor en este no atender primero al ser de las cosas; no me cabe duda.

Al escribir estas líneas, de las que yo mismo soy fuente e inspiración, no puedo sino escribir a través de mí mismo. Consultando y observando mi experiencia sensible y mis matices sobre la misma, incluso si esto sucede a través del recuerdo. Una consecuencia de esto, es la generación de un espacio desde donde pensar, más reposada y atentamente, sobre esta experiencia y mi rol en ella misma. Desde este espacio, la atención al ser de las cosas desplaza al trajín común que es el existir pensando.

Escapo un rato y busco donde parar a escribir. La conferencia se siente frenética desde aquí, lleno de café, nociones técnicas y en un exigente estado de vigilia social. Los espacios, que se me hacen enormes y excesivamente abiertos, pasan de tumultuosos a liminales, nunca son cómodos. Tampoco imponentes.

Entro solo, unos minutos después de las doce. Apenas hay un par de comensales. El ambiente es distendido, pero un celar alto y muy bien iluminado lo hace pretencioso. Me siento lejos de los vinos, en una esquina de lo que entiendo es el comedor principal. Estoy tranquilo. Mi cuerpo ya me ha perdonado el exceso de la noche anterior. Sólo una ligera pesadez en la cabeza me lo recuerda.

Me distrae por momentos una pareja sur coreana, sentada en frente de mi mesa. Jóvenes, esbeltos y elegantes, parecen haber encarecido el lugar con su presencia. Los observo de forma descarada, ahora son el centro del cuadro. Pero los manerismos infantiles de ella rompen la burbuja. Ahora me parecen inexpertos y algo molestos, y me olvido de lo limpio de sus facciones.